El deporte puede realizar importantes aportaciones al entendimiento y la colaboración entre las naciones y los Estados. El hecho de que el deporte se haya convertido en un instrumento poderoso en el ámbito de las relaciones internacionales, capaz de unir a las personas con orígenes, educación, sentimientos religiosos o situación económica diferentes y propiciar el diálogo intercultural, ha impulsado el fenómeno de la diplomacia deportiva que se viene desarrollando activamente desde hace años, haciendo posible con frecuencia la cooperación y las relaciones pacíficas entre las naciones. De este modo debemos relacionar el deporte con el concepto de soft power o poder blando de los Estados que permite defender sus intereses o su capacidad de lograr resultados a través de la persuasión y no a través de la coerción o la violencia. En este sentido también hay que resaltar la capacidad del deporte para reforzar la “seguridad cultural de un país”.